Hevesi abordó el problema con una idea única. Había estado trabajando con isótopos radiactivos en el Instituto Niels Bohr de Copenhague y se dio cuenta de que estos isótopos podrían usarse como una forma novedosa de rastrear el movimiento de sustancias en los sistemas biológicos. Decidió utilizar fósforo radiactivo-32 (P-32), un emisor de partículas beta, para etiquetar los alimentos. Al introducir una cantidad conocida de P-32 en la comida enlatada, pudo rastrear su movimiento a través de la comida y determinar si había estado reposando durante un período prolongado.
El uso inteligente de trazadores radiactivos por parte de De Hevesy revolucionó el campo de la biología. Luego utilizó trazadores radiactivos para estudiar diversos procesos biológicos, como la absorción y el metabolismo de nutrientes, la circulación de la sangre y la función de los órganos. Su trabajo sentó las bases para el campo de la medicina nuclear, que hoy utiliza isótopos radiactivos para el diagnóstico por imágenes y la terapia.
Por su trabajo innovador, George de Hevesy recibió el Premio Nobel de Química en 1943. La historia de cómo un científico descontento tropezó con una nueva y poderosa herramienta para la investigación científica resalta la importancia de la creatividad, la curiosidad y la perseverancia en el descubrimiento científico.