Las células madre funcionan mediante un proceso llamado diferenciación. Cuando una célula madre se divide, puede crear dos nuevas células madre o diferenciarse en un tipo específico de célula. El proceso de diferenciación está controlado por una serie de factores, incluido el entorno en el que se encuentra la célula, la presencia de ciertos factores de crecimiento y la propia composición genética de la célula.
Una vez que una célula madre se ha diferenciado, ya no puede convertirse en otro tipo de célula. Sin embargo, puede seguir dividiéndose y produciendo más células del mismo tipo. Este proceso se llama autorrenovación.
Las células madre tienen el potencial de usarse para tratar una variedad de enfermedades y afecciones, como enfermedades cardíacas, cáncer y lesiones de la médula espinal. Al diferenciar las células madre en el tipo de célula deseado, los médicos pueden reemplazar el tejido dañado o enfermo.
Hay dos tipos principales de células madre:células madre embrionarias y células madre adultas. Las células madre embrionarias se derivan de la masa celular interna de un blastocisto, que es una bola de células que se forma cinco días después de la fertilización. Las células madre adultas se encuentran en varios tejidos de todo el cuerpo.
Las células madre embrionarias son pluripotentes, lo que significa que pueden diferenciarse en cualquier tipo de célula del cuerpo. Las células madre adultas son multipotentes, lo que significa que sólo pueden diferenciarse en un número limitado de tipos de células. Sin embargo, las células madre adultas son más fáciles de obtener y existen menos preocupaciones éticas asociadas con su uso.
La investigación con células madre es un tema controvertido. Algunas personas creen que se trata de un nuevo campo prometedor con potencial para tratar enfermedades devastadoras. Otros creen que no es ético utilizar embriones humanos para investigaciones. Es probable que el debate en torno a la investigación con células madre continúe durante muchos años.