En especies donde los machos tienen altos niveles de EPR, el dimorfismo sexual puede evolucionar debido a varios factores:
1. Competencia de espermatozoides:cuando los machos enfrentan una intensa competencia de espermatozoides, pueden desarrollar rasgos que mejoren sus posibilidades de fertilizar los óvulos de las hembras. Esto puede conducir a la evolución de testículos más grandes, penes más largos y exhibiciones de cortejo elaboradas. Estos rasgos suelen ser seleccionados sexualmente y pueden dar lugar a un mayor dimorfismo masculino.
2. Elección femenina:Las hembras pueden preferir aparearse con machos que exhiban ciertas características físicas, lo que lleva a la evolución de rasgos masculinos que atraen a las hembras. Por ejemplo, en algunas especies de aves, los machos con plumaje más brillante o cantos más elaborados pueden tener más éxito a la hora de atraer a las hembras, lo que lleva a una mayor ornamentación masculina.
3. Conflicto sexual:Las EPR pueden crear conflictos entre hombres y mujeres sobre la paternidad y las estrategias reproductivas. Este conflicto puede impulsar la evolución de diferentes adaptaciones en machos y hembras para maximizar su éxito reproductivo. Por ejemplo, los machos pueden desarrollar tamaños corporales más grandes y comportamientos agresivos para defender a sus parejas y a sus crías, mientras que las hembras pueden desarrollar estrategias para resistir apareamientos no deseados o elegir parejas extrapares en función de rasgos específicos.
4. Asignación diferencial de recursos:en algunas especies, los machos y las hembras pueden tener diferentes roles en el cuidado parental y la asignación de recursos. Si los hombres invierten mucho en el cuidado paterno, pueden enfrentarse a disyuntivas entre invertir en el esfuerzo de los padres y expresar rasgos sexualmente seleccionados. Esto puede provocar que los machos desarrollen tamaños corporales más pequeños y un dimorfismo sexual reducido en comparación con las hembras.
Es importante señalar que la evolución del dimorfismo sexual no está impulsada únicamente por las EPR, sino que está influenciada por varios factores ecológicos y evolutivos. Sin embargo, los EPR pueden contribuir a la selección y refuerzo de rasgos sexualmente dimórficos, particularmente cuando conducen a un mayor éxito reproductivo en individuos con características físicas específicas.