En las profundidades del océano, donde los respiraderos hidrotermales arrojan agua hirviendo y productos químicos al abismo, ha evolucionado un próspero ecosistema de microorganismos para sobrevivir en estas condiciones extremas. Estos extremófilos, como se les conoce, se han adaptado a las altas temperaturas, presión y falta de luz que caracterizan estos ambientes extremos.
Un grupo de extremófilos que ha captado la atención de los científicos son los microbios del fondo marino que prosperan cerca de los respiraderos hidrotermales. Estos microbios son capaces de sobrevivir en temperaturas que pueden alcanzar hasta 122°C (250°F) y presiones cientos de veces más altas que las de la superficie del océano.
Entonces, ¿qué comen estos microbios del fondo marino para sobrevivir en un entorno tan hostil? Sorprendentemente, no dependen de la luz solar para la fotosíntesis como la mayoría de las plantas. En cambio, obtienen su energía de los productos químicos arrojados por los respiraderos hidrotermales.
La principal fuente de alimento para estos microbios es el gas de sulfuro de hidrógeno que se libera de los respiraderos. El sulfuro de hidrógeno es un gas tóxico que es perjudicial para la mayoría de los organismos vivos, pero estos extremófilos han evolucionado para utilizarlo como fuente de energía. Utilizan un proceso llamado quimiosíntesis para convertir el sulfuro de hidrógeno en energía utilizable, lo que les permite prosperar en ausencia de luz solar.
Además del sulfuro de hidrógeno, estos microbios también consumen otras sustancias químicas y minerales que se encuentran cerca de los respiraderos hidrotermales. Estos incluyen dióxido de carbono, metano y diversos metales como hierro, cobre y zinc. Al utilizar estos químicos y minerales, los microbios pueden construir las moléculas orgánicas que necesitan para sobrevivir.
La capacidad de estos microbios del fondo marino para prosperar en entornos tan extremos es un testimonio de la increíble diversidad y adaptabilidad de la vida en la Tierra. Estos extremófilos proporcionan información valiosa sobre el potencial de que exista vida en otros entornos extremos, como los que se encuentran en otros planetas o lunas de nuestro sistema solar.