Por otro lado, la evolución también es un proceso impredecible en muchos sentidos. Esto se debe a que depende en gran medida de las circunstancias específicas y del entorno en el que vive una especie. Por ejemplo, si un nuevo depredador llega a un ecosistema, esto podría cambiar las presiones selectivas sobre una especie y hacer que evolucione de maneras inesperadas. De manera similar, si el clima cambia, esto también podría obligar a una especie a adaptarse de nuevas maneras. Como resultado, a menudo es difícil predecir exactamente cómo evolucionará una especie con el tiempo.
En resumen, la evolución es a la vez predecible e impredecible. Hay ciertos principios y patrones generales que se aplican a la evolución en todos los ámbitos, pero también hay muchos factores que pueden hacer que la evolución dé giros inesperados.