* Composición: Los planetas externos están compuestos principalmente de hidrógeno y helio, los elementos más livianos del universo. Estos elementos son mucho menos densos que los elementos más pesados como el hierro, el níquel y el silicio que conforman los planetas internos.
* gigantes de gas: Júpiter y Saturno son gigantes de gas, lo que significa que no tienen una superficie sólida. Sus atmósferas son increíblemente gruesas y se extienden mucho más allá de su núcleo. Esta vasta extensión de gas contribuye a su baja densidad.
* gigantes de hielo: Urano y Neptuno, aunque no del todo gaseoso, todavía están compuestos principalmente de compuestos volátiles como agua, metano y amoníaco. Estos compuestos, aunque no tan ligeros como el hidrógeno y el helio, siguen siendo mucho menos densos que los materiales rocosos que se encuentran en los planetas internos.
* Gravedad más baja: Los planetas exteriores, debido a su masa más baja, tienen una atracción gravitacional más débil en comparación con los planetas internos. Esta gravedad más débil no comprime tanto el material, contribuyendo aún más a su menor densidad.
Una analogía: Imagina un globo lleno de aire. El globo en sí es ligero, pero el aire interior hace que parezca más grande y menos denso. Del mismo modo, los planetas externos, con sus vastas atmósferas y elementos de luz, son menos densos en comparación con los planetas internos sólidos y rocosos.
Es importante tener en cuenta que la densidad no es una medida simple de cuán "pesado" es algo. Es una medida de cuánta masa se empaqueta en un volumen determinado. Si bien los planetas externos tienen mucha más masa que los planetas internos, su gran tamaño se extiende esa masa, lo que resulta en menor densidad.