1. Modelo geocéntrico: Aristóteles y sus seguidores creían que la tierra era el centro del universo, con todos los demás cuerpos celestes que giraban a su alrededor. Este modelo, conocido como modelo geocéntrico, fue aceptado como dogma durante más de 1,500 años. Obstaculizó el progreso en la comprensión de la verdadera naturaleza del sistema solar porque simplemente no coincidía con las observaciones. Si bien podría predecir algunos movimientos celestiales, no pudo explicar otros, como el movimiento retrógrado de los planetas.
2. Círculos perfectos: El modelo geocéntrico también asumió que todos los cuerpos celestes se movían en círculos perfectos, una noción profundamente arraigada en la filosofía griega. Esto condujo a modelos complejos y, en última instancia, inexactos, ya que las rutas reales de los planetas son elípticas. La obsesión con el movimiento circular impidió que los astrónomos consideraran otras posibilidades más precisas.
3. esferas de cristal: Aristóteles propuso la existencia de esferas cristalinas que transportaban los cuerpos celestes alrededor de la tierra. Esta idea, combinada con el modelo geocéntrico, creó una vista muy rígida e inmutable del cosmos. Fue extremadamente difícil acomodar nuevas observaciones, como el descubrimiento de nuevas estrellas y cometas, dentro de este marco rígido.
No fue hasta que Nicolaus copernicus desafió el modelo geocéntrico en el siglo XVI que ocurrió un cambio de paradigma en la astronomía. Su modelo heliocéntrico, que colocó el sol en el centro del sistema solar, allanó el camino para una comprensión mucho más precisa y completa del cosmos.