El sol no es una bola de fuego en el sentido tradicional. Si bien está compuesta de plasma caliente y emite grandes cantidades de energía, incluida la luz visible, "bola de fuego" es una descripción bastante simplificada. La energía del sol se genera a través de reacciones de fusión nuclear en su núcleo, donde los átomos de hidrógeno se fusionan para formar helio, liberando enormes cantidades de energía en forma de fotones y neutrinos. El interior del sol puede alcanzar temperaturas de más de 27 millones de grados Fahrenheit (15 millones de grados Celsius), y su capa exterior, la corona, puede estar aún más caliente. Sin embargo, es importante comprender que el sol en realidad no arde como un fuego en la Tierra, donde las reacciones químicas producen llamas. En cambio, la energía del sol proviene de la conversión de masa en energía mediante procesos nucleares.
A menudo se hace referencia al sol como estrella porque se ajusta a la definición científica de estrella, que es una bola luminosa de gas que genera energía a través de la fusión nuclear en su núcleo. El término "bola de fuego" se utiliza a veces en sentido figurado para describir la apariencia del sol desde la Tierra, particularmente durante el amanecer o el atardecer, cuando se puede observar su resplandor ardiente. Sin embargo, es crucial reconocer que los procesos del sol son mucho más complejos e implican fusión nuclear en lugar de combustión tradicional.