Las huellas de Neil Armstrong todavía están en la luna. La falta de atmósfera de la Luna significa que no hay viento, agua u otras condiciones que puedan erosionar o desgastar estas huellas. Las huellas de las botas de los astronautas del Apolo y otras perturbaciones de la superficie aún deberían conservarse hasta el día de hoy. Sin embargo, es importante señalar que el impacto humano en la superficie lunar es sutil y puede resultar difícil de observar a simple vista.