Neptuno y Urano están compuestos principalmente de hidrógeno y helio, con trazas de otros elementos. A menudo se les clasifica como gigantes de hielo debido a la presencia de diversos volátiles, como agua, metano y amoníaco, en sus interiores.
Comprender el interior de estos planetas requiere modelos sofisticados y analizar datos obtenidos mediante diversas técnicas de detección remota, como la espectroscopia y las mediciones gravitacionales. Si bien la presencia de sales o compuestos químicos específicos dentro de estos planetas puede proporcionar información sobre su formación y evolución, la sal por sí sola no se considera una clave para desbloquear sus interiores.