La magnetorrecepción es la sensación de detectar el campo magnético de la Tierra y no es exclusiva de las aves marinas. Muchos animales, incluidos insectos, aves e incluso algunos mamíferos, poseen este sentido. Sin embargo, las aves marinas parecen tener un sistema de magnetorrecepción particularmente bien desarrollado.
El campo magnético de la Tierra se genera por el movimiento del hierro fundido en el núcleo de la Tierra. Crea un campo magnético que rodea todo el planeta, con líneas de campo magnético que van desde el Polo Sur hasta el Polo Norte. Las aves marinas pueden detectar estas líneas de campo magnético y utilizarlas como brújula para determinar su dirección.
Las investigaciones han demostrado que las aves marinas tienen células especializadas en el pico y los ojos que contienen partículas magnéticas. Estas partículas se alinean con el campo magnético de la Tierra, lo que permite a las aves sentir su dirección y fuerza. Al combinar esta información con otras señales, como la posición del sol y las estrellas, las aves marinas pueden navegar con precisión a través de grandes distancias.
Esta capacidad de "escuchar" el campo magnético de la Tierra es particularmente crucial para las aves marinas que emprenden migraciones de larga distancia. Algunas especies viajan miles de kilómetros cada año, volando entre zonas de reproducción y zonas de alimentación. Sin una forma confiable de navegar, no podrían encontrar el camino de regreso a sus sitios de anidación.
Si bien la magnetorrecepción es un factor importante en la navegación de las aves marinas, es probable que sea solo un componente de un complejo sistema sensorial que incluye señales visuales, olfato e incluso infrasonidos. No obstante, la capacidad de escuchar el campo magnético de la Tierra sin duda juega un papel vital en las increíbles hazañas de navegación logradas por estas notables criaturas.