Influencia literaria y artística: Las obras literarias y las representaciones artísticas de escenarios apocalípticos, como "El último hombre" de Mary Shelley o las pinturas de William Blake, representaron acontecimientos cataclísmicos en contextos seculares, divorciándolos de las narrativas estrictamente religiosas.
Avances científicos y tecnológicos: Los rápidos avances científicos y tecnológicos, junto con las preocupaciones sobre su potencial poder destructivo, generaron temores seculares de escenarios apocalípticos, como una guerra nuclear, un colapso ambiental o singularidades tecnológicas.
Agitación social y política: Los movimientos sociales y políticos, las revoluciones y las guerras a lo largo de la historia alimentaron imágenes y lenguajes apocalípticos, y activistas, escritores y artistas trazaron paralelismos entre las crisis globales y los escenarios del fin de los tiempos.
Medios y cultura popular: La amplia difusión de ideas apocalípticas a través de los medios impresos, el cine, la televisión y otras formas de cultura popular secularizó aún más el concepto, convirtiéndolo en un tropo popular que podría usarse en diversos géneros y narrativas.
Cuando el apocalipsis se convirtió en un concepto cultural compartido, que trascendió las fronteras religiosas, permitió a los pensadores, los creativos y la sociedad en su conjunto lidiar con miedos, esperanzas y reflexiones profundamente arraigados sobre el futuro de la humanidad y el mundo.