La LMC es una galaxia satélite de la Vía Láctea, lo que significa que está unida gravitacionalmente a nuestra galaxia. Sin embargo, se encuentra a una distancia significativa y tiene una velocidad orbital relativamente alta alrededor de la Vía Láctea. Esto significa que la LMC no corre peligro inminente de colisionar o fusionarse con la Vía Láctea.
En cuanto a lo que viene a continuación, se espera que la LMC continúe orbitando la Vía Láctea durante miles de millones de años. Durante este tiempo, las interacciones de marea entre las dos galaxias pueden eliminar gradualmente el gas y las estrellas de la LMC, dando forma a su apariencia y afectando la formación de estrellas dentro de ella. El destino final de la LMC sigue siendo una cuestión de investigación en curso, pero no se considera una preocupación inmediata ni una amenaza importante para la Vía Láctea.