A pesar de no tener anillos prominentes como otros planetas, la Tierra sí tiene un débil anillo de escombros ubicado en una región específica conocida como punto de Lagrange L4. El punto L4 se encuentra a 60 grados por delante de la Tierra en su órbita alrededor del Sol. En este punto, las fuerzas gravitacionales de la Tierra, el Sol y la Luna se equilibran, permitiendo la acumulación estable de escombros.
Este anillo de escombros, a veces llamado "Nube de Kordylewski" o "Nube de la Tierra", está compuesto principalmente de partículas de polvo y pequeños meteoritos. Las partículas están vagamente concentradas en una región de unos 100.000 kilómetros de diámetro y se reponen constantemente mediante colisiones e interacciones gravitacionales.
A diferencia de los espectaculares anillos de otros planetas que son visibles desde los telescopios terrestres, el anillo de escombros de la Tierra es mucho menos denso y requiere observaciones e instrumentos especiales para ser detectado. Su composición también es única, con una mayor proporción de polvo cósmico en comparación con las partículas de hielo que se encuentran en los anillos de los gigantes gaseosos.
Si bien el anillo de la Tierra puede no ser tan llamativo visualmente ni tan conocido como los de otros cuerpos celestes, su existencia resalta la naturaleza dinámica de nuestro Sistema Solar y proporciona información sobre las intrincadas interacciones y dinámicas que dan forma a los entornos de los planetas y otras estructuras cósmicas. .