Esta contracción es el resultado del enfriamiento y la contracción gradual del interior de la Luna. A medida que la Luna se enfría, las rocas que forman sus capas exteriores se encogen ligeramente, lo que hace que el tamaño total de la Luna disminuya. Esta contracción también va acompañada de la formación de arrugas, fallas y acantilados en la superficie lunar, que son evidencia de la contracción continua de la Luna.
La contracción de la Luna tiene varias implicaciones. Un efecto significativo es el aumento gradual de la distancia entre la Luna y la Tierra. A medida que la Luna se encoge, su atracción gravitacional sobre la Tierra se debilita, lo que hace que se aleje un poco más de nuestro planeta. Este cambio de distancia tiene implicaciones para las mareas en la Tierra y la estabilidad a largo plazo del sistema Tierra-Luna.
A pesar de la contracción, no se espera que el tamaño y la forma generales de la Luna cambien drásticamente en períodos cortos de tiempo. El ritmo de contracción es relativamente lento y los cambios son graduales. Sin embargo, a lo largo de millones o miles de millones de años, los efectos de la contracción de la Luna pueden llegar a ser significativos.