La pérdida de hielo marino en el Ártico durante el verano ha aumentado notablemente en las últimas décadas debido al calentamiento global causado por el hombre. Por ejemplo, en 2020 la extensión mínima anual del hielo marino se produjo el 15 de septiembre y cubrió 3,74 millones de kilómetros cuadrados (1,45 millones de millas cuadradas), la segunda más baja en los registros satelitales de 42 años.
A finales del verano de 2020, un evento de deshielo extremo eliminó todo el hielo marino de una gran zona al norte de Groenlandia. La ausencia de hielo expuso la superficie del océano a la atmósfera, creando una región de varios millones de kilómetros cuadrados con un tramo abierto de agua, en lugar de hielo marino reflectante. Este raro suceso dio a los científicos la oportunidad de observar con qué rapidez las nubes podrían responder a cambios ambientales tan rápidos.
Con la luz del sol de verano disponible las 24 horas del día en el Ártico, los investigadores descubrieron que las nubes bajas se formaban sobre las aguas abiertas del área libre de hielo a un ritmo dos veces mayor que el observado cuando había hielo marino. Para comprender mejor los procesos que conducen al aumento de la nubosidad en el área libre de hielo, examinaron otras mediciones derivadas de satélites junto con los datos de las nubes. Descubrieron que el calentamiento de la superficie, el vapor de agua y la mezcla turbulenta de la atmósfera cerca de la superficie (a menudo denominada energía cinética turbulenta) aumentaban en las áreas con mayor nubosidad.
En simulaciones numéricas posteriores con un modelo informático que simula el comportamiento del clima de la Tierra, los investigadores confirmaron el papel fundamental del almacenamiento de calor en la superficie a la hora de provocar el aumento de la nubosidad. Los resultados subrayan la sensibilidad de las nubes árticas incluso a cambios repentinos y de duración relativamente corta en la capa de hielo marino, que los investigadores advierten que podrían tener implicaciones para el presupuesto energético del Ártico, la circulación atmosférica y las condiciones climáticas en otras regiones.
La investigación fue publicada el 29 de junio de 2022 en la revista Geophysical Research Letters.