En el otoño de 1989, la nave espacial Galileo fue lanzada al espacio con destino a Júpiter y su familia de lunas. Dada la gran distancia al rey de los planetas, Galileo tuvo que dar un rodeo a través del sistema solar interior, sobrevolando Venus en 1990 y la Tierra en 1990 y 1992 sólo para ganar suficiente velocidad para llegar a Júpiter. Durante los sobrevuelos de la Tierra, Galileo tomó varias imágenes de nuestro planeta, que los astrónomos han utilizado para descubrir vida en la Tierra.
La idea de "descubrir" vida en la Tierra en el siglo XXI puede parecer un poco ridícula, pero el estudio es bastante útil para los astrónomos que buscan vida en otros mundos. Como sabemos que hay vida en la Tierra, así como la geografía y la diversidad de nuestro mundo, las imágenes de Galileo se pueden utilizar como banco de pruebas para comparar con imágenes de exoplanetas. Todavía estamos en las primeras etapas de creación de imágenes directas de algunos exoplanetas, y los astrónomos todavía están aprendiendo qué podrían decirnos esas imágenes.
Entonces, en un nuevo trabajo publicado en arXiv servidor de preimpresión, el equipo se centró en lo que se conoce como imágenes integradas en disco. Aquí es donde se toma la luz de un planeta en su conjunto. En lugar de una imagen detallada de la Tierra como la de arriba, el equipo examinó imágenes integradas del Limited Solid State Imager (SSI). Las imágenes integradas en el disco que recopila son similares a las imágenes que podemos capturar de exoplanetas. Luego observaron el brillo general y los espectros de estas imágenes para ver qué podían decirnos sobre la Tierra.
Una de las cosas que encontraron los autores es que gran parte de los datos espectrales en las imágenes integradas están borrados, lo que dificulta la identificación de biofirmas particulares. Esto era algo de esperar, ya que las cámaras Galileo estaban optimizadas para Júpiter, que está mucho más alejado del Sol y, por tanto, mucho más oscuro. Sin embargo, el equipo pudo detectar una línea de absorción de oxígeno, comprobando que nuestro planeta tiene una atmósfera rica en oxígeno. Por sí sola, la presencia de oxígeno no probaría de manera concluyente que exista vida en la Tierra, pero es un buen comienzo.
Más interesante aún, el equipo pudo observar los cambios en el albedo o brillo reflectante a medida que la Tierra gira. A partir de esto, pudieron hacerse una idea muy aproximada de los continentes y océanos de la Tierra. A partir de esto, pudieron demostrar que la Tierra tiene una mezcla de tierras y océanos, lo que la hace muy adecuada para la habitabilidad.
El mayor beneficio de este estudio y otros similares es que proporciona una base de referencia para exoplanetas potencialmente habitables. Visto desde lejos y con resolución limitada, así es como aparece un planeta con vida. A medida que los astrónomos encuentren exoplanetas que parezcan similares, sabrán que están en el camino correcto para descubrir vida en otros mundos.
Más información: Ryder H. Strauss et al, Observaciones analógicas de exoplanetas de la Tierra desde fotometría integrada en disco de Galileo, arXiv (2024). DOI:10.48550/arxiv.2402.00984
Proporcionado por Universe Today