La NASA envía un reloj atómico al espacio profundo
Esta animación muestra el reloj atómico del espacio profundo, una nueva tecnología que está probando la NASA y que cambiará la forma en que los humanos navegan por el sistema solar. NASA
En sábado, 22 de junio, SpaceX planea lanzar su Falcon Heavy Rocket desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida. La nave reutilizable viene de dos vuelos exitosos; su lanzamiento inaugural a principios de 2018 y un viaje de entrega por satélite en abril de 2019.
Para su tercera aventura, el Falcon Heavy transportará un tesoro de carga preciosa al espacio. Alrededor de dos docenas de satélites van a viajar esta vez. Pero el pasajero más interesante del cohete tiene que ser el satélite Orbital Test Bed. Su carga útil principal es un experimento, Aparato del tamaño de una tostadora llamado Reloj Atómico del Espacio Profundo (DSAC). Si la cosa funciona correctamente, futuras misiones a Marte, Júpiter y más allá podrían volverse mucho más fáciles y menos costosos.
Los relojes atómicos son dispositivos de cronometraje que funcionan manteniendo las partículas subatómicas resonando a una frecuencia deseada. Usando este proceso, los relojes pueden decir la hora con una precisión increíble. Es un nivel de precisión que hace posible nuestra tecnología GPS. Los receptores GPS utilizan relojes atómicos para determinar la distancia entre ellos y los satélites de posicionamiento global (que tienen sus propios relojes atómicos integrados). Con esa información a mano, el receptor puede localizar su paradero.
Similar, La NASA utiliza relojes atómicos para guiar las naves artificiales a través del espacio profundo, que se define como cualquier punto celeste que esté "en o más allá" de la órbita de la luna.
Primero, se envía una señal a través de las antenas en las estaciones terrestres. Al recibir esto, la nave espacial dispara una señal de retorno. Y ahí es donde entra en juego el cronometraje. Los relojes atómicos a nivel de superficie les dicen a los científicos exactamente cuánto tiempo ha transcurrido entre la señal saliente y su mensaje de respuesta.
Luego se hacen cálculos para determinar la velocidad de la nave, trayectoria y ubicación. Mientras tanto, el propio barco tiene que estar inactivo, esperando los comandos de navegación del equipo con destino a la Tierra.