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    El Tratado del Espacio Ultraterrestre ha tenido un éxito notable, pero ¿es adecuado para la era moderna?

    La exploración y explotación espacial ha cambiado mucho en 50 años. Crédito:Shutterstock

    La exploración espacial se rige por una serie compleja de tratados y acuerdos internacionales que han estado vigentes durante años. El primero y probablemente el más importante de ellos celebra su 50 aniversario el 27 de enero:el Tratado del Espacio Exterior. Este tratado que se firmó en 1967, fue acordado a través de las Naciones Unidas, y hoy sigue siendo la "constitución" del espacio ultraterrestre. Ha sido firmado y oficializado, o ratificado, por 105 países de todo el mundo.

    El tratado ha funcionado bien hasta ahora, pero los desafíos han comenzado a surgir cada vez más. Entonces, ¿sobrevivirá otros 50 años?

    El Tratado del Espacio Ultraterrestre, como todo derecho internacional, es técnicamente vinculante para aquellos países que lo suscriban. Pero la obvia falta de "policía espacial" significa que no se puede hacer cumplir en la práctica. Entonces un país el individuo o la empresa podrían simplemente ignorarlo si así lo desearan. Las implicaciones de no cumplir podrían incluir sanciones, pero principalmente una falta de legitimidad y respeto que es de importancia en el ámbito internacional.

    Sin embargo, es interesante que, a lo largo de los 50 años de su existencia, el tratado nunca ha sido realmente violado. Aunque se han planteado muchos desafíos prácticos, siempre se han hecho teniendo en cuenta los párrafos del tratado, en lugar de buscar socavarlo por completo.

    Desafíos hasta ahora

    Aunque hay muchos puntos a considerar en el tratado, uno de los más importantes es que el espacio ultraterrestre se utilizará con "fines pacíficos":las armas de destrucción en masa no se pueden utilizar en el espacio. Otro es ese territorio celeste (como la luna o Marte), no está sujeto a "apropiación nacional", en otras palabras, ningún país puede reclamarlos.

    Estos puntos han sido objeto de desafíos desde que el tratado entró en juego; el primer ejemplo de tal desafío fue la Declaración de Bogotá en 1976. Un grupo de ocho países intentó reclamar la propiedad de un segmento de una órbita que estaba en el espacio situado arriba su tierra, ya que si sus fronteras se proyectan hacia los cielos, cualquier satélite "estacionario" siempre estaría dentro de sus fronteras.

    Afirmaron que este espacio no entraba en la definición de "espacio ultraterrestre" del Tratado sobre el espacio ultraterrestre y, por lo tanto, era un "recurso natural". Esta declaración no fue vista como un intento de socavar el tratado, sino más bien para decir que las órbitas que rodean el ecuador de la Tierra, o en la dirección de la rotación de la Tierra, debe ser propiedad de los países indicados a continuación. Sin embargo, esto fue finalmente rechazado por la comunidad internacional.

    En 2007, se pensó que China había violado el tratado cuando derribó uno de sus propios satélites meteorológicos con un "misil balístico de medio alcance con base en tierra". Esto fue visto como "agresivo" por Japón, pero dado que los misiles no entraban en la definición de "armas de destrucción masiva", se encontró que no violó el tratado. Había, sin embargo, protesta internacional debido a la nube de escombros que causó dentro de la órbita.

    Nos vendría bien algunas actualizaciones

    A pesar de su importancia, debemos reconocer que el Tratado del Espacio Ultraterrestre tiene algunas fallas específicas en la era moderna, principalmente porque se centra únicamente en los países. Muchas empresas privadas, como lunarland, han explotado esto y han ofrecido vender parcelas de tierra en cuerpos celestes como la luna. Los agentes que hacen esto justifican su actividad porque el tratado dice que el territorio no está sujeto a apropiación nacional y, por lo tanto, esto técnicamente significa que las empresas privadas o los particulares podrían, sin embargo, reclamar territorio celeste, ya que no son países.

    En un intento por abordar algunas de las deficiencias actuales del tratado, el gobierno de EE. UU. aprobó la Ley Espacial de 2015, que dice que los ciudadanos estadounidenses pueden participar en la exploración comercial y explotación de los recursos espaciales. Aunque esto parece socavar la prohibición del tratado espacial sobre cualquier persona que posea territorio celestial, la Ley del Espacio tiene una cláusula que establece, en lenguaje sencillo, que Estados Unidos no reclama, o propio, tal cosa. Este conflicto que indicaba que Estados Unidos "podría" reclamar territorio celeste, sin violar el tratado, sigue siendo un tema de debate clave.

    A pesar de estas obvias lagunas y desafíos legales, el tratado ha sido durante mucho tiempo la base de un derecho internacional con respecto al espacio ultraterrestre y sigue siendo la columna vertebral importante de la gobernanza del espacio ultraterrestre. La intención que encarnó cuando se escribió por primera vez, para crear ley en el espacio, sigue siendo importante, y aún está por verse si se realizarán cambios en el futuro para reflejar las cambiantes circunstancias políticas y comerciales.

    Este artículo se publicó originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.




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