Microscopía óptica: La microscopía óptica es una técnica que utiliza luz visible para magnificar objetos. Se puede utilizar para contar nanopartículas si son lo suficientemente grandes como para ser visibles en el campo de visión del microscopio. Sin embargo, la microscopía óptica está limitada por la difracción de la luz, lo que significa que no se puede utilizar para contar nanopartículas de menos de 200 nm.
Microscopía electrónica: La microscopía electrónica es una técnica que utiliza un haz de electrones para ampliar objetos. Se puede utilizar para contar nanopartículas más pequeñas que el límite de difracción de la luz, hasta un tamaño de aproximadamente 1 nm. Sin embargo, la microscopía electrónica es una técnica destructiva, lo que significa que las nanopartículas deben prepararse para obtener imágenes en el vacío.
Microscopía de fuerza atómica: La microscopía de fuerza atómica (AFM) es una técnica que utiliza una sonda afilada para escanear la superficie de una muestra. Se puede utilizar para contar nanopartículas midiendo la altura y la forma de las partículas. AFM es una técnica no destructiva, pero está limitada por el tamaño de la sonda, que sólo puede usarse para contar nanopartículas de más de 10 nm.
Citometría de flujo: La citometría de flujo es una técnica que utiliza un láser para medir las características físicas de las partículas a medida que fluyen en una corriente de fluido. Puede utilizarse para contar nanopartículas midiendo su tamaño, forma y fluorescencia. La citometría de flujo es una técnica relativamente rápida y económica, pero está limitada por el tamaño de las partículas que se pueden medir, que suele estar entre aproximadamente 100 nm y 10 µm.
Además de estas técnicas, existen otros métodos que se pueden utilizar para contar nanopartículas. La elección de la técnica depende del tamaño, la forma y la concentración de las nanopartículas, así como del nivel deseado de exactitud y precisión.