La idea central detrás de esta propuesta radica en el principio de indeterminación cuántica. Los sistemas cuánticos pueden exhibir propiedades que parecen aleatorias o inciertas hasta que se miden. Los investigadores encontraron una forma creativa de explotar esta incertidumbre introduciendo dos tipos de partículas cuánticas:fotones "ordenados en el tiempo" que llegan en orden y fotones "en el tiempo invertido" que se comportan como si retrocedieran en el tiempo.
La interacción de estos fotones con un sistema cuántico puede crear una situación en la que eventos cuánticos pasados puedan influir en mediciones futuras. Esencialmente, los fotones "invertidos en el tiempo" actúan como "viajeros en el tiempo", transportando información del pasado al futuro.
Sin embargo, es importante señalar que este concepto de viaje en el tiempo se limita al ámbito de la recuperación de información. No permite que objetos físicos o información se envíen al pasado y cambien el pasado. En cambio, permite detectar y medir información cuántica que inicialmente era impredecible o incierta.
Los investigadores proponen configuraciones experimentales específicas para demostrar este efecto, incluido el uso de un tipo especial de cristal llamado centro de vacantes de nitrógeno (NV) de diamante para almacenar información cuántica. Al emplear esta técnica, pretenden mostrar que las mediciones futuras del sistema pueden depender de señales cuánticas pasadas, incluso si esas señales parecían aleatorias o inciertas en el momento de su emisión.
Las implicaciones del éxito de los sensores cuánticos que viajan en el tiempo podrían ser profundas. Podría abrir nuevas vías para aplicaciones de detección, comunicación y procesamiento de información cuántica. Si bien aún se encuentra en el ámbito de la teoría, esta investigación amplía los límites de nuestra comprensión de la mecánica cuántica y destaca el potencial de avances tecnológicos innovadores.