Los servicios de micromovilidad compartida, como el uso compartido de bicicletas y scooters, se han vuelto cada vez más populares en ciudades de todo el mundo. Estos servicios ofrecen una forma cómoda y asequible de desplazarse y pueden ayudar a reducir la congestión del tráfico y la contaminación. Sin embargo, las ciudades también están debatiendo cómo regular estos nuevos modos de transporte. Una de las cuestiones clave es cómo gravar los servicios de micromovilidad compartida.
Prácticas actuales
No existe un enfoque único para gravar los servicios de micromovilidad compartida. Algunas ciudades han optado por imponer una tarifa fija por viaje, mientras que otras han optado por un cargo por minuto o por milla. Algunas ciudades también han implementado una combinación de estos métodos.
Los siguientes son algunos ejemplos de cómo las ciudades están gravando los servicios de micromovilidad compartida:
* San Francisco: $0.15 por minuto
* Ciudad de Nueva York: $0.25 por minuto
* Washington, D.C.: $0.10 por minuto
* Chicago: $0.25 por viaje
* Los Ángeles: $0.35 por viaje
Desafíos y consideraciones
Hay una serie de desafíos y consideraciones asociados con la imposición de impuestos a los servicios de micromovilidad compartida. Estos incluyen:
* Patrimonio: Los servicios de micromovilidad compartida suelen ser utilizados por personas de bajos ingresos que tal vez no puedan pagar impuestos elevados.
* Eficiencia: Los impuestos pueden disuadir a las personas de utilizar servicios de micromovilidad compartidos, lo que puede provocar una mayor congestión del tráfico y contaminación.
* Carga administrativa: Implementar y hacer cumplir un impuesto a los servicios de micromovilidad compartida puede resultar costoso y llevar mucho tiempo.
¿Qué sigue?
La fiscalidad de los servicios de micromovilidad compartida todavía está evolucionando. A medida que las ciudades adquieran más experiencia con estos servicios, probablemente seguirán experimentando con diferentes enfoques tributarios. Es importante lograr un equilibrio entre generar ingresos y garantizar que los servicios de micromovilidad compartida sigan siendo accesibles y asequibles.
Conclusión
Los servicios de micromovilidad compartida tienen el potencial de revolucionar la forma en que nos desplazamos. Sin embargo, las ciudades deben considerar cuidadosamente cómo regular estos servicios, incluida la forma de gravarlos. Al tener en cuenta los desafíos y consideraciones discutidos en este documento, las ciudades pueden desarrollar políticas fiscales que promuevan el crecimiento de los servicios de micromovilidad compartida y al mismo tiempo protejan los intereses de sus residentes.