En algunas zonas, el aumento de las temperaturas puede provocar una temporada de esquí más corta o incluso hacer imposible esquiar debido a la falta de nieve. Los inviernos más cálidos podrían provocar lluvias más frecuentes en lugar de nieve, lo que afectaría la capa de nieve y dificultaría que las estaciones de esquí mantengan condiciones óptimas para esquiar.
Por otro lado, ciertas regiones pueden experimentar cambios en los patrones climáticos que potencialmente podrían extender la temporada de esquí. Por ejemplo, algunas estaciones de esquí ubicadas en altitudes más altas o en climas más fríos podrían tener suficiente nieve para esquiar incluso en un mundo más cálido.
En última instancia, el impacto del cambio climático en el esquí dependerá de la ubicación específica y de las condiciones locales. Algunas regiones pueden volverse menos adecuadas para el esquí, mientras que otras pueden verse menos afectadas o incluso experimentar mejores condiciones para este deporte.