En el caso de un paracaidista, la fuerza de arrastre se debe principalmente a la gran superficie del paracaídas, lo que aumenta la cantidad de resistencia del aire que experimenta. A medida que caen, el paracaídas se abre y crea un gran dosel ondulante que captura el aire y ralentiza su descenso. La forma y el diseño del paracaídas están diseñados específicamente para maximizar la resistencia y lograr un descenso controlado.
En el caso de los copos de nieve, la fuerza de arrastre está determinada por su tamaño, forma y densidad. Los copos de nieve más grandes tienen una mayor superficie y experimentan más resistencia del aire, mientras que los copos de nieve más pequeños tienen menos superficie y encuentran menos resistencia. Además, la intrincada estructura dendrítica de los copos de nieve crea bolsas de aire adicionales que aumentan aún más la resistencia. A medida que caen, los copos de nieve alcanzan una velocidad terminal que depende de sus propiedades individuales y de las condiciones del aire.
En ambos casos, la combinación de la gravedad que empuja al paracaidista o al copo de nieve hacia abajo y la fuerza de arrastre que se opone a su movimiento da como resultado una velocidad constante, en lugar de un movimiento que se acelera continuamente. Este descenso constante permite a los paracaidistas descender de forma segura al suelo y a los copos de nieve flotar suavemente hacia la superficie de la Tierra.