A medida que un objeto distante se aleja cada vez más, su tamaño aparente disminuye. Esto se debe a que el ángulo visual del objeto (el ángulo que se crea entre dos líneas desde el ojo del observador hasta los bordes opuestos del objeto) se vuelve más pequeño a medida que el objeto retrocede. Además, a medida que el objeto se aleja, la cantidad de luz que llega a los ojos del observador también disminuye. Esto hace que el objeto parezca más débil y menos distintivo. Además, si el objeto se mueve a alta velocidad, puede aparecer distorsionado debido a los efectos del desenfoque de movimiento. Finalmente, a medida que un objeto se aleja, aumenta la cantidad de interferencia atmosférica entre el observador y el objeto, lo que puede afectar aún más su apariencia.