Según la Primera Ley del Movimiento de Newton:
Un objeto en reposo permanecerá en reposo y un objeto en movimiento continuará moviéndose a velocidad constante en línea recta a menos que actúe sobre él una fuerza externa desequilibrada.
Matemáticamente, esto se puede expresar como F =ma, donde:
F es la fuerza externa neta que actúa sobre el objeto.
m es la masa del objeto
a es la aceleración resultante del objeto
De esta ecuación, es evidente que cuanto mayor es la masa (m) de un objeto, mayor es la fuerza (F) necesaria para producir la misma aceleración (a).
En otras palabras, es más difícil poner en movimiento un objeto con una masa mayor y más difícil detenerlo. Esto se debe a que cuanto mayor es la masa de un objeto, más inercia posee.
Para ilustrar, si aplicamos la misma cantidad de fuerza a dos objetos con masas diferentes, el objeto con mayor masa experimentará una aceleración menor en comparación con el objeto con menor masa. Esto demuestra cómo la masa de un objeto afecta su respuesta a las fuerzas aplicadas, desempeñando así un papel crucial en la determinación del movimiento y el comportamiento de los objetos.