En comparación, los detectores clásicos, como los fotodiodos, tienen eficiencias cuánticas que suelen ser mucho más bajas, a menudo inferiores al 10%. Esto significa que sólo detectan una pequeña fracción de los fotones incidentes, lo que los hace menos sensibles que los detectores cuánticos.
La alta sensibilidad de los detectores cuánticos los hace esenciales para una amplia gama de aplicaciones, entre ellas:
* Comunicación cuántica, donde se utilizan para detectar las débiles señales de fotones que han sido transmitidas a través de fibras ópticas o del espacio libre.
* Imágenes cuánticas, donde se utilizan para crear imágenes de objetos detectando los fotones que emiten o reflejan los objetos.
* Metrología cuántica, donde se utilizan para medir las propiedades de átomos, moléculas y materiales con altísima precisión.
El desarrollo continuo de detectores cuánticos está ampliando los límites de lo que es posible en el campo de la tecnología cuántica, permitiendo aplicaciones nuevas y apasionantes.