La Discontinuidad de Mohorovicic, o Moho, es el límite entre la corteza y el manto de la Tierra. Marca el punto en el que las ondas sísmicas de los terremotos cambian de velocidad, lo que indica un cambio en el tipo de roca. El Moho generalmente se encuentra entre 5 y 35 kilómetros (3 a 22 millas) debajo de la superficie de la Tierra, pero puede llegar a tener una profundidad de hasta 70 kilómetros (43 millas) debajo de cadenas montañosas.
El Moho fue descubierto por el sismólogo croata Andrija Mohorovičić en 1909. Observó que las ondas sísmicas de los terremotos cerca de Zagreb, Croacia, cambiaban de velocidad a una profundidad de unos 50 kilómetros (31 millas). Esto indicó que había un límite entre dos capas de roca, siendo la capa superior menos densa que la inferior.
Se cree que el Moho está compuesto por una variedad de rocas, incluidas peridotita, gabro y basalto. Estas rocas son más densas que las rocas de la corteza terrestre, razón por la cual las ondas sísmicas se aceleran cuando pasan por el Moho.
¿Podrán los humanos llegar algún día al Moho?
Los humanos aún no han llegado al Moho, pero ha habido varios intentos. En la década de 1960, el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) perforó un pozo llamado Kola Superdeep Borehole en Rusia. El agujero alcanzó una profundidad de 12.262 metros (40.230 pies), pero no llegó al Moho.
En los últimos años, ha habido una serie de propuestas para perforar nuevos pozos que llegarían al Moho. Una de esas propuestas es el Proyecto de Perforación Profunda de Zanjas de Japón, que planea perforar un agujero en el Océano Pacífico cerca de Japón. El proyecto pretende alcanzar una profundidad de 15 kilómetros (9 millas), lo que sería el agujero más profundo jamás perforado.
Si los humanos pudieran llegar al Moho, proporcionarían una gran cantidad de información sobre el interior de la Tierra. Los científicos podrían estudiar las rocas que forman el Moho y aprender más sobre la formación y evolución de la Tierra. También podrían estudiar los procesos que ocurren en el límite entre la corteza y el manto, como los terremotos y las erupciones volcánicas.
Llegar al Moho sería un logro científico importante, pero también sería una tarea muy desafiante y costosa. Es posible que los humanos nunca alcancen el Moho, pero es un objetivo que vale la pena perseguir.