Las leyes de la mecánica cuántica, como la unitaridad de la evolución del tiempo, garantizan que la secuencia de causa y efecto siga siendo coherente. En la teoría cuántica, el estado de un sistema evoluciona de manera determinista según la ecuación de Schrödinger, y esta evolución preserva el orden temporal de los eventos.
El concepto de causalidad está profundamente arraigado en el formalismo matemático de la mecánica cuántica. La noción de causa y efecto se preserva mediante el concepto de operadores y sus relaciones de conmutación. La mecánica cuántica impone una noción consistente de ordenamiento del tiempo a través de propiedades como la hermiticidad de los observables y la positividad del producto interno.
Si bien la mecánica cuántica introduce fenómenos no clásicos como la superposición y el entrelazamiento, éstos no alteran fundamentalmente la estructura causal de la teoría. Los estados entrelazados, por ejemplo, no permiten la transmisión de información o influencia más rápido que la velocidad de la luz y, por lo tanto, respetan el principio de causalidad.
Por tanto, en la mecánica cuántica, el orden causal entre eventos permanece fijo y no está sujeto a cambios.