Como resultado, es más probable que las aves con alas largas y puntiagudas se encuentren en hábitats muy dispersos, como islas o cadenas montañosas. Por el contrario, es más probable que las aves con alas cortas y redondeadas se encuentren en hábitats muy juntos, como bosques o pastizales.
La forma del ala también está influenciada por el tamaño del ave. Las aves más grandes tienen alas más largas que las más pequeñas, y esto se debe a que las aves más grandes necesitan más sustentación para permanecer en el aire. Además, las aves más grandes también tienen músculos más potentes, lo que les permite batir las alas con más fuerza.
Como resultado, es más probable que las aves más grandes se encuentren en hábitats que requieren viajes de larga distancia, como océanos o desiertos. Por el contrario, es más probable que las aves más pequeñas se encuentren en hábitats que no requieren viajes de larga distancia, como jardines o parques.
La forma del ala de un pájaro también afecta su maniobrabilidad. Las aves con alas largas y puntiagudas son menos maniobrables que las aves con alas cortas y redondeadas. Esto se debe a que las alas largas y puntiagudas son más difíciles de batir rápidamente y cambiar de dirección.
Como resultado, es menos probable que se encuentren aves con alas largas y puntiagudas en hábitats que requieren mucha maniobrabilidad, como bosques o áreas urbanas. Por el contrario, es más probable que las aves con alas cortas y redondeadas se encuentren en hábitats que requieren mucha maniobrabilidad, como árboles o arbustos.