En el ámbito de la ciencia de los materiales, los metamateriales electromagnéticos (EM) han surgido como una clase revolucionaria de compuestos diseñados capaces de manipular ondas electromagnéticas de formas nunca antes posibles. A diferencia de sus homólogos naturales, los metamateriales EM derivan sus extraordinarias propiedades de sus disposiciones estructurales únicas, lo que les permite exhibir características electromagnéticas inalcanzables en materiales convencionales.
Una de las características más fascinantes de los metamateriales EM reside en el ámbito de los metamateriales de índice cero (ZIM). Los ZIM poseen la notable capacidad de lograr una distribución uniforme del campo electromagnético en formas arbitrarias (Figura 1a). Esta propiedad única abre muchas aplicaciones potenciales, desde dispositivos de camuflaje ultracompactos hasta guías de onda y lentes de formas arbitrarias y láseres emisores de superficie de cristal fotónico (Figura 1b).
A pesar de su inmenso potencial, las ZIM se han enfrentado a un obstáculo importante en su implementación práctica. La homogeneidad de los ZIM a menudo está limitada por el número de celdas unitarias por longitud de onda en el espacio libre. Esta limitación surge de la propiedad de bajas permitividades de los materiales utilizados para construir ZIM. Como resultado, los ZIM a menudo requieren un gran espacio físico para lograr sus propiedades electromagnéticas efectivas (Figura 2b).