- Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero: La agricultura contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero a través de diversas actividades, incluida la producción ganadera (emisiones de metano y óxido nitroso), el cultivo de arroz (metano) y la aplicación de fertilizantes (óxido nitroso). Las prácticas agrícolas mejoradas pueden centrarse en reducir estas emisiones. Por ejemplo, una mejor gestión del ganado, como estrategias optimizadas de alimentación y gestión del estiércol, puede reducir las emisiones de metano. Cambiar a sistemas de riego más eficientes y tecnologías de ahorro de agua también puede ayudar a reducir las emisiones de metano del cultivo de arroz. Además, el uso de fertilizantes orgánicos y técnicas de agricultura de precisión puede minimizar la dependencia de fertilizantes sintéticos, reduciendo así las emisiones de óxido nitroso.
- Secuestro de carbono en suelos: Los suelos agrícolas tienen una importante capacidad para almacenar carbono. Las prácticas mejoradas de manejo del suelo, como la labranza mínima, los cultivos de cobertura y la rotación de cultivos, pueden mejorar el contenido de materia orgánica del suelo y promover el secuestro de carbono. Al aumentar el contenido de carbono en los suelos, las prácticas agrícolas pueden contribuir a la eliminación de dióxido de carbono de la atmósfera y mitigar el cambio climático.
- Conservación del agua: Las prácticas agrícolas mejoradas pueden ayudar a conservar el agua, un recurso precioso cada vez más afectado por los impactos del cambio climático, como la sequía. El empleo de técnicas de riego que ahorran agua, como el riego por goteo o el riego de precisión, puede reducir el consumo de agua y minimizar el desperdicio de agua en las operaciones agrícolas. Además, la adopción de variedades de cultivos resistentes a la sequía puede ayudar a que la agricultura prospere incluso en condiciones más secas, reduciendo la demanda de agua para riego.
- Fertilidad mejorada del suelo: La implementación de prácticas que promuevan la salud y la fertilidad del suelo no solo benefician el rendimiento de los cultivos sino que también contribuyen a la mitigación del cambio climático. Al mejorar el ciclo de los nutrientes, reducir la erosión del suelo y aumentar la biodiversidad del suelo, las prácticas agrícolas mejoradas pueden contribuir a la sostenibilidad general de los sistemas agrícolas y la resiliencia a los impactos del cambio climático.
En general, las prácticas agrícolas mejoradas que priorizan la eficiencia, la sostenibilidad y la conservación de los ecosistemas ofrecen una variedad de oportunidades para mitigar el cambio climático y contribuir a un sistema alimentario más sostenible. La colaboración entre agricultores, investigadores, formuladores de políticas y otras partes interesadas es esencial para acelerar la adopción e implementación de estas prácticas a gran escala y fomentar transformaciones sistémicas en la agricultura para la mitigación del cambio climático.