Una tarde soleada, mientras la margarita disfrutaba de la cálida luz del sol, un grupo de hadas traviesas descendió sobre el prado. Estaban buscando algo de diversión y notaron que la hermosa margarita se destacaba del resto de las flores.
"¡Vamos a jugarle una pequeña broma a esa margarita!" -exclamó una de las hadas, llena de picardía. "Le daremos algunas manchas, como un vestido de lunares".
Las hadas se rieron y comenzaron a tejer su magia. Con un movimiento de sus varitas, esparcieron pequeñas motas doradas por todos los pétalos de la margarita. Para su deleite, los pétalos blancos de la margarita se transformaron instantáneamente, salpicados de manchas doradas.
Mientras las hadas admiraban su juguetona creación, la margarita se miraba a sí misma con sorpresa y deleite. Sus sencillos pétalos blancos ahora tenían un toque de elegancia dorada. Se sentía especial, como un tesoro único en el prado.
Sin embargo, algunas de las otras flores comenzaron a susurrar entre ellas. Estaban celosos de la recién descubierta belleza de la margarita y pensaban que era injusto que una flor se destacara tan claramente. Sus murmullos llegaron a oídos del viejo y sabio roble, que había estado observando desde lejos los acontecimientos.
"Queridas flores, no tengáis envidia de la transformación de la margarita", habló el roble con su voz suave y susurrante. "No es sólo una broma. La magia de las hadas le ha dado a la margarita un propósito especial".
Las flores sintieron curiosidad y le pidieron explicaciones al roble.
"Verás, las manchas doradas de la margarita no son sólo por su belleza. Sirven como un faro de esperanza y guía", continuó el roble. "Están destinados a recordarnos que la vida no siempre es simple y llana, pero que incluso en medio de desafíos y dificultades, debemos abrazar las cualidades únicas que nos hacen destacar".
A partir de ese día, la margarita pasó a ser conocida como el símbolo de esperanza y singularidad en la pradera. Continuó creciendo, difundiendo su mensaje de positividad y aliento a todos los que contemplaron sus pétalos con manchas doradas. Y así, la margarita obtuvo sus manchas, no sólo como una broma, sino como un recordatorio para abrazar nuestra individualidad y encontrar la belleza en nuestras diferencias.