Por qué necesitamos repensar lo que sabemos sobre el polvo
Crédito:CC0 Dominio público
Quizás pienses que el polvo es una molestia que hay que aspirar y eliminar, pero en realidad, a mayor escala, es mucho más importante de lo que la mayoría de la gente cree. A nivel mundial, el polvo desempeña un papel fundamental en la regulación de nuestro clima, el equilibrio de la radiación, los ciclos de nutrientes, la formación del suelo, la calidad del aire e incluso la salud humana.
Pero nuestra comprensión se ha visto obstaculizada por las limitaciones de los modelos matemáticos actuales. Estos modelos, basados en métodos desarrollados hace décadas, luchan por simular con precisión las propiedades y cantidades del polvo.
Las últimas investigaciones realizadas por mis colegas y por mí arrojan luz sobre estas limitaciones y sugieren una imagen más matizada del polvo. Nuestros hallazgos revelan que las emisiones de polvo no son constantes, sino que cambian estacionalmente y entre hemisferios, a través de desiertos y matorrales. Esto desafía la noción arraigada de que el norte de África y Oriente Medio son las fuentes dominantes de polvo global.
Utilizando dos tipos de datos satelitales, nuestra investigación sugiere que las emisiones de polvo durante las tormentas de polvo son raras y localizadas, muy parecidas a los rayos, y ocurren en ubicaciones en constante cambio.
La complejidad del polvo
El ciclo de emisión, transporte y deposición de polvo tiene efectos positivos y negativos en nuestro medio ambiente. Los nutrientes del polvo depositado fertilizan nuestros océanos y bosques tropicales. Pero el polvo de los sedimentos erosionados también puede dañar plantas y árboles e interrumpir la fotosíntesis, mientras que el polvo depositado sobre el hielo aumenta la velocidad a la que se derrite.
Las variaciones en la composición del polvo, como el tipo y el color de los minerales, crean un complejo cóctel de partículas inyectadas en la atmósfera. Esta, a su vez, interactúa con las nubes para influir en cómo se refleja o absorbe la luz solar y, en última instancia, regula la temperatura de la Tierra.
Por lo tanto, es vital que comprendamos con precisión de dónde provienen las emisiones de polvo, en qué cantidades, cómo se transporta el polvo por el planeta y dónde termina.
Los modelos de emisión de polvo se desarrollaron hace casi 30 años, cuando había muchos menos datos disponibles. En consecuencia, esos modelos ahora clásicos del ciclo del polvo hicieron algunas suposiciones. Una suposición importante era que la superficie terrestre de la Tierra estaba cubierta uniformemente de material perpetuamente suelto y seco, que siempre estaba disponible y provocaba emisiones de polvo.
Proporcionado por The Conversation
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