En la muestra de perforación, el color oscuro denota suelo mineral, la materia orgánica marrón/verde, principalmente musgo. Crédito:Sanna Piilo
En 2018, un grupo de investigación internacional perforó muestras de suelo en tres sitios alrededor del fiordo Isfjorden en Svalbard, que forma parte de Noruega. El mismo fenómeno se observó en cada sitio de perforación:suelo mineral cubierto por una fina capa de materia orgánica. En otras palabras, esta capa contiene mucho carbono extraído de la atmósfera a través de la fotosíntesis.
El grupo de investigación encabezado por la investigadora Minna Väliranta de la Universidad de Helsinki ha dado el nombre de "prototurba" a estas acumulaciones de suelo orgánico, que se componen principalmente de musgo formado en condiciones climáticas árticas cada vez más cálidas.
"Todavía no es turba en el sentido real de la palabra, pero se podría decir que es el punto de partida para la formación de turba", dice Väliranta, quien trabaja en la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales. El grupo de investigación también incluye a Teemu Juselius y Sanna Piilo, investigadores doctorales bajo la supervisión de Väliranta.
Tales depósitos de prototurba también generan interés internacional. Väliranta participa en un proyecto más grande financiado por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural (NERC), una institución británica correspondiente a la Academia de Finlandia. Este proyecto investiga precisamente el mismo fenómeno, es decir, si el calentamiento global ya ha provocado la expansión de la vegetación de las turberas hacia el Ártico. Esta expansión de la vegetación es parte de un fenómeno más extenso conocido como "reverdecimiento ártico", que comúnmente se refiere al aumento del crecimiento de los arbustos en el Ártico, a medida que las plantas vasculares se extienden a regiones que antes eran estériles.
“Si este proceso que genera prototurba ocurre de manera extensiva, un reservorio de carbono inesperado, o una comunidad vegetal que mitiga el cambio climático, puede estar en proceso de establecerse en el norte. Este reservorio no ha sido incluido en el modelado de ecosistemas y la atmósfera, ya que tradicionalmente se ha pensado que no se forman nuevas turberas", señala Väliranta.
Los modelos de ecosistemas climáticos evolucionan continuamente, y solo recientemente se han hecho intentos de incluir el impacto de las turberas en dichos modelos.
"Se puede decir que el descubrimiento de nuevos sumideros de carbono pone en juego un nuevo componente que debe tenerse en cuenta en los modelos para predecir mejor el funcionamiento de los ecosistemas en un clima cada vez más cálido", dice Väliranta.
La investigación fue publicada en Scientific Reports .