Una adaptación en la naturaleza se adquiere a través de la evolución y transmite algún tipo de ventaja que ayuda a una especie a pasar su material genético a otra generación. Por lo general, toma una de tres formas: estructural, fisiológica o conductual.
Adaptaciones estructurales
Una adaptación estructural es un cambio que involucra un aspecto físico de un organismo. El cambio físico a menudo está relacionado con un cambio en el entorno físico del organismo. Por ejemplo, un ecosistema que repentinamente se foresta podría hacer que los animales que viven allí desarrollen ventosas o garras trepadoras, lo que conllevaría una clara ventaja sobre las especies que no cambiaron. Otros ejemplos de cambios estructurales incluyen el desarrollo de alas para volar, aletas para nadar o piernas poderosas para saltar.
Adaptaciones conductuales
Una adaptación conductual es un cambio que afecta la forma en que un organismo actúa naturalmente. Este tipo de adaptación podría ser causada por un cambio en el entorno circundante o las acciones de otra especie. Por ejemplo, los animales predadores pueden comenzar a cazar en manadas, lo que les da una ventaja evolutiva sobre los cazadores solitarios. Además de los cambios en una estrategia predatoria, ejemplos de adaptaciones conductuales incluyen cambios en los patrones sociales, métodos de comunicación, hábitos de alimentación y estrategia reproductiva.
Adaptación fisiológica
Las adaptaciones fisiológicas son similares a las adaptaciones estructurales en la sensación de que implican un cambio físico a la especie. Sin embargo, las adaptaciones fisiológicas no siempre se ven en la apariencia de un organismo. Este tipo de adaptación puede ser impulsada por un cambio en el entorno o en el comportamiento de otra especie. Por ejemplo, una especie que vive en el agua que de repente se vuelve más ácida podría adaptarse cambiando lentamente la química de su propio cuerpo. Otros ejemplos de adaptaciones fisiológicas incluyen el desarrollo de una mayor inteligencia y la mejora de los sentidos.
Cada característica no es una adaptación
Abrazar por completo la teoría de la evolución y la idea de adaptación puede hacer que empieces a ver cada característica de un organismo como una adaptación. Sin embargo, muchos atributos de los organismos no se desarrollaron como una forma de transmitir mejor el material genético. Algunas características pueden ser simplemente una casualidad de la historia. Otras características pueden ser un subproducto de una verdadera adaptación. Por ejemplo, el color rojo de la sangre resulta del proceso químico involucrado en la sangre; el color no es, en sí mismo, una adaptación. Algunas características, como el apéndice humano, pueden ser adaptaciones desactualizadas, que siguen pendientes de su utilidad.