Cultivar productos en las ciudades es una forma de impulsar la producción de alimentos. Crédito:Shutterstock
El cambio climático está en marcha, y actividades humanas como la urbanización, la industrialización y la producción de alimentos son factores clave. La producción de alimentos por sí sola representa alrededor del 25% de las emisiones globales de carbono. Irónicamente, Los patrones climáticos cambiantes y los fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes resultantes del cambio climático también ponen en riesgo los suministros alimentarios del mundo.
La producción de alimentos impulsa la deforestación, lo que significa que hay menos árboles para absorber dióxido de carbono, que contribuye al efecto invernadero. Y lo que es más, los fertilizantes y plaguicidas utilizados para proteger los cultivos han provocado una disminución drástica de las poblaciones de insectos, y en la fertilidad del suelo, al afectar a los organismos microbianos que enriquecen el suelo y permiten que las plantas obtengan nutrientes.
Al mismo tiempo, la población mundial está aumentando y se espera que haya más de 9.500 millones de personas en la Tierra para 2050. En respuesta a estas proyecciones, La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) está haciendo campaña para un aumento del 60% en la producción de alimentos para 2050, intensificando la agricultura para que sea más productiva y utilice menos recursos, todo ello sin aumentar la superficie agrícola.
Todavía no está claro exactamente cómo debería ocurrir esta "intensificación". Metodos alternativos, como la agricultura ecológica, respetan la ecología del suelo y la vida de los insectos y pueden restaurar la fertilidad del suelo. Pero ellos no pueden, en el presente, producen tanta comida como la agricultura industrial.
Sin embargo, la idea de que necesitamos más comida es discutible. A pesar de que, según la FAO, hay 821 millones de personas en todo el mundo que padecen hambre, el mundo produce un 50% más de alimentos de los que se necesitan para alimentar a la población mundial. Otra estimación del biólogo y autor Colin Tudge sugiere que la producción actual de alimentos puede alimentar hasta 14 mil millones de personas. Pero un tercio de estos alimentos se desperdicia debido a sistemas de suministro distorsionados, distribución injusta de alimentos y dietas poco saludables e insostenibles.
Entonces, los esfuerzos de los expertos en el sector alimentario no deben concentrarse en la intensificación de la agricultura, sino en estrategias para cambiar patrones de consumo y desperdicio a nivel local y global. Mi propia investigación sobre agricultura urbana y ciudades sostenibles sugiere que hay tres áreas principales en las que se pueden realizar cambios efectivos.
Productos orgánicos:delicioso, pero aún no escalable. Crédito:Shutterstock
1. Reciclaje de desechos alimentarios
El consumo de alimentos debe volverse "circular". Esto significa que los desechos orgánicos, como los restos de comida, no van al vertedero, sino que se transforma en compost (que será necesario en una transición a la agricultura orgánica) y biogás.
En el presente, los residuos orgánicos solo se reciclan en pequeña medida, con algunos países como Alemania y los Países Bajos a la cabeza, mientras que otros, como Italia y Bélgica, se quedan atrás. Pero están surgiendo nuevas tecnologías para facilitar este proceso.
Por ejemplo, Local Energy Adventure Partnership (LEAP) ha creado un digestor anaeróbico diseñado para un contexto urbano:esta máquina puede transformar residuos orgánicos de edificios residenciales o comerciales en abono y biogás que pueden impulsar el cultivo urbano de alimentos.
Algunos expertos también sugieren que algunos desechos de alimentos, si se tratan adecuadamente, podrían usarse como forraje para animales:una práctica actualmente prohibida por razones de higiene. Si se reinstala, esta medida podría reducir el impacto ambiental del cultivo de granos, ya que se cultiva menos para alimentar al ganado.
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2. Agricultura urbana
Otra opción es reducir la demanda de tierras agrícolas mediante el cultivo de alimentos en las ciudades, donde más gente lo necesita, reduciendo así las distancias que los alimentos tienen que recorrer. Esto también permitiría a los productores mapear y hacer coincidir la demanda de los consumidores de manera más efectiva, produciendo cerca de los lugares donde se consumen los alimentos.
Hay mucha investigación sobre agricultura urbana y cómo las ciudades pueden apoyarla, que abarca desde granjas verticales (sistemas hidropónicos que permiten el cultivo en superficies verticales) hasta principios para la planificación de ciudades que facilitan el uso de la tierra, tejados y otros espacios para cultivar alimentos en una infraestructura verde continua.
En esta área, también, es posible encontrar innovaciones diseñadas para hacer que la agricultura urbana sea más fácil y más sostenible. Por ejemplo, The Farmhouse es un sistema de alojamiento modular adecuado para apilamiento vertical que permite a todos los residentes cultivar alimentos. Y Blockchain Domes es un sistema patentado que utiliza el exceso de calor de los servidores informáticos para proporcionar condiciones térmicas óptimas para invernaderos en climas más fríos.
3. Cambio de dietas
La tercera opción es animar a las personas a cambiar sus dietas. Los crecientes grupos de ingresos medios en los países en desarrollo consumen cantidades cada vez mayores de carne, queso y huevos. En China, desde 1990, el consumo de carne de res y aves de corral se ha cuadriplicado. Pero la dieta de los animales de granja es rica en cereales, que, en cambio, podría usarse para alimentar a las personas de manera más eficiente. También, la ganadería requiere grandes cantidades de agua y pastizales, a veces obtenido a través de la deforestación.
Hacer que la gente coma menos carne ayudará a aliviar la presión sobre el sistema alimentario mundial. En ciudades, gobiernos instituciones de investigación, las comunidades y las empresas pueden colaborar en iniciativas alimentarias para que las personas sean más saludables, opciones más económicas y sostenibles, pero esto requiere voluntad política y organización entre los diferentes niveles de gobierno.
Claramente, cada uno de estos enfoques tiene un ámbito de acción limitado, en comparación con las técnicas o estrategias agrícolas que se pueden implementar a nivel industrial. Pero con tantas propuestas prometedoras, puede haber un enfoque de múltiples frentes que haga un uso eficiente de los recursos existentes en las ciudades, al mismo tiempo que cambia los hábitos de los consumidores. Junto con estos tres cambios, Las políticas más eficaces para la justicia y la soberanía alimentarias pueden establecer cadenas de suministro de alimentos más justas y una distribución más justa de los alimentos en todo el mundo.
Este artículo se ha vuelto a publicar de The Conversation con una licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.