1. Reservorios de Magma Locales:
Las estimaciones de los volúmenes de magma debajo de volcanes o regiones volcánicas específicas pueden derivarse de diversas técnicas geofísicas, como la tomografía sísmica, los estudios de gravedad y las mediciones de deformación basadas en satélites. Estos embalses locales pueden variar en tamaño desde unos pocos kilómetros cúbicos hasta cientos de kilómetros cúbicos.
2. Magmatismo continental:
Las regiones continentales pueden albergar mayores volúmenes de magma asociados con fisuras activas o provincias volcánicas. Por ejemplo, se estima que el supervolcán de Yellowstone, en Estados Unidos, tiene un depósito de magma que abarca varios miles de kilómetros cúbicos.
3. Generación de la Corteza Oceánica:
La mayor parte de la producción de magma de la Tierra se produce en las dorsales oceánicas, donde continuamente se genera nueva corteza oceánica a medida que las placas tectónicas se separan. Se estima que el volumen global de magma producido en estas crestas es del orden de 20 kilómetros cúbicos por año.
4. Plumas del Manto y puntos críticos:
Las plumas del manto, que son afloramientos de material caliente desde las profundidades del manto de la Tierra, pueden generar extensos depósitos de magma debajo de puntos calientes volcánicos como Hawaii e Islandia. Estos yacimientos pueden tener diámetros de cientos de kilómetros y volúmenes superiores a decenas de miles de kilómetros cúbicos.
5. Volumen total de magma:
Combinando estimaciones de varias regiones, los científicos sugieren que el volumen total de magma presente en la corteza terrestre y el manto superior podría llegar a 10^8 kilómetros cúbicos. Sin embargo, este número sigue siendo una aproximación y puede variar según las técnicas y supuestos específicos utilizados.
Es importante señalar que, si bien este inmenso volumen de magma existe debajo de la superficie, solo una pequeña fracción entra en erupción activamente como lava durante la actividad volcánica. La mayor parte del magma se solidifica antes de llegar a la superficie, lo que contribuye a la formación de formaciones rocosas ígneas y da forma a la geología de nuestro planeta con el tiempo.