El epicentro del terremoto de Nepal de 2015 se ubicó a solo 15 kilómetros (9 millas) debajo de la superficie de la tierra. Esta poca profundidad significó que la energía del terremoto se liberó muy cerca de la superficie, lo que provocó temblores más violentos. Por el contrario, los terremotos que ocurren a mayor profundidad bajo tierra tienen menos impacto porque la energía se disipa en un área más grande.
2. Geología compleja
La zona donde se produjo el terremoto se conoce como el cinturón de empuje del Himalaya, una región compleja donde la Placa India está chocando con la Placa Euroasiática. Esta colisión ha creado una serie de fallas y pliegues en las capas de roca, lo que las hizo más propensas a romperse durante el terremoto. Además, las rocas de esta región son relativamente débiles y fracturadas, lo que las hace más susceptibles a sufrir daños.
3. Zona densamente poblada
El epicentro del terremoto se situó cerca de la capital, Katmandú, una zona densamente poblada con más de 1 millón de personas. La proximidad del epicentro a la ciudad expuso a un gran número de personas a los violentos temblores. Además, muchos de los edificios de Katmandú no fueron diseñados para resistir fuertes terremotos, lo que provocó derrumbes y daños generalizados.
4. Malas prácticas de construcción
Muchos de los edificios en Nepal fueron construidos con materiales de mala calidad y prácticas de ingeniería deficientes. Esto los hizo más vulnerables a los daños durante el terremoto. Además, muchos de los edificios estaban ubicados en áreas propensas a deslizamientos de tierra, lo que aumentó aún más el riesgo de daños.
5. Falta de preparación para emergencias
Nepal no estaba bien preparado para un terremoto de esta magnitud. El país carecía de códigos de construcción y planes de gestión de emergencias adecuados. Además, muchas personas no eran conscientes de los riesgos asociados a los terremotos y no sabían cómo responder en caso de que ocurriera uno.
6. Réplicas
Después del terremoto principal, hubo cientos de réplicas, algunas de las cuales fueron lo suficientemente poderosas como para causar daños importantes. Estas réplicas continuaron sacudiendo la región durante semanas y meses después del terremoto inicial, dificultando la recuperación y la reconstrucción de la población.
La combinación de estos factores contribuyó al impacto devastador del terremoto de Nepal de 2015. El epicentro poco profundo, la geología compleja, el área densamente poblada, las malas prácticas de construcción, la falta de preparación para emergencias y las réplicas contribuyeron a causar daños generalizados y pérdida de vidas.