La investigación se centró en el impacto de los aerosoles volcánicos, pequeñas partículas liberadas durante las erupciones volcánicas explosivas, en los patrones de El Niño. Las erupciones volcánicas pueden inyectar grandes cantidades de dióxido de azufre y otros aerosoles en la estratosfera, lo que lleva a la formación de una capa similar a un velo que refleja la luz solar de regreso al espacio, lo que produce un efecto de enfriamiento en el clima de la Tierra.
El equipo de investigación examinó varios eventos de El Niño durante las últimas décadas y comparó sus características con el momento de las erupciones volcánicas. Sus hallazgos revelaron una clara correlación:las grandes erupciones volcánicas tendían a ocurrir antes o durante eventos fuertes o súper El Niño. Por el contrario, hubo una frecuencia reducida de fenómenos de El Niño después de erupciones volcánicas importantes.
El estudio sugiere que la influencia de enfriamiento inducida por los aerosoles volcánicos interfiere con el desarrollo de ciertas condiciones atmosféricas y oceánicas necesarias para eventos fuertes de El Niño. Sin embargo, la investigación también indica que las erupciones volcánicas pueden intensificar y prolongar los episodios de El Niño de débiles a moderados.
Los investigadores proponen que el efecto de enfriamiento de los aerosoles volcánicos altera los patrones de circulación en el Océano Pacífico tropical, modificando las temperaturas de la superficie del mar y los patrones del viento, alterando así los mecanismos típicos de El Niño. Las grandes erupciones volcánicas tienden a tener un impacto más significativo en los patrones de El Niño debido a sus extensas y persistentes emisiones de aerosoles.
En general, el estudio destaca las intrincadas conexiones entre las erupciones volcánicas y los eventos de El Niño y subraya la importancia de considerar la actividad volcánica en las predicciones climáticas a largo plazo y comprender la variabilidad de El Niño.