Las turberas son importantes sumideros de carbono y almacenan grandes cantidades de materia orgánica acumulada durante miles de años. Cuando el permafrost se descongela, esta materia orgánica queda expuesta al oxígeno, lo que hace que se descomponga y libere dióxido de carbono a la atmósfera. Este proceso también puede conducir a la liberación de metano, un potente gas de efecto invernadero que es 25 veces más eficaz para atrapar el calor que el dióxido de carbono.
El deshielo del permafrost es una seria preocupación por el cambio climático, ya que podría liberar grandes cantidades de carbono a la atmósfera y acelerar aún más el calentamiento global. Es importante tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar la cantidad de permafrost que se descongela para evitar los peores efectos del cambio climático.