Las células obtienen su energía principalmente de los alimentos que consumimos. Los alimentos contienen nutrientes como carbohidratos, proteínas y grasas, que las células descomponen y convierten en energía. La energía liberada por los alimentos se almacena en forma de ATP (trifosfato de adenosina), la principal moneda energética de las células. Cuando las células necesitan energía para diversos procesos como el metabolismo, el movimiento y el crecimiento, utilizan el ATP para liberar energía.