1. Primera hipótesis del oxígeno: Esta hipótesis propone que los altos niveles de oxígeno atmosférico fueron un requisito previo para la evolución de la vida compleja. Sugiere que la acumulación de oxígeno en la atmósfera a través de procesos como la fotosíntesis de las cianobacterias creó un entorno más propicio para el surgimiento y diversificación de organismos complejos.
2. Segunda hipótesis del oxígeno: Esta hipótesis sostiene que la vida compleja evolucionó antes del aumento de niveles significativos de oxígeno en la atmósfera. Propone que los primeros organismos complejos, como los procariotas anaeróbicos, podían prosperar en ambientes anóxicos o con poco oxígeno, y el aumento del oxígeno atmosférico se produjo como resultado de sus actividades metabólicas.
El debate entre estas hipótesis implica interpretar evidencia geológica, paleontológica y geoquímica, así como considerar factores como el momento de la fotosíntesis productora de oxígeno, la evolución de las enzimas que utilizan oxígeno y el papel potencial del oxígeno en el impulso de los cambios ecológicos.
La evidencia científica actual sugiere que la segunda hipótesis del oxígeno puede estar más respaldada. Los estudios de formaciones geológicas antiguas indican que durante períodos de bajo oxígeno atmosférico existieron formas de vida complejas, incluidos organismos eucariotas. Además, la presencia de ciertas enzimas que utilizan oxígeno en los primeros microorganismos respalda la idea de que la vida compleja podría haberse adaptado y evolucionado en ambientes con poco oxígeno. Sin embargo, la interacción entre los niveles de oxígeno y la evolución de la vida compleja es un tema complejo de investigación en curso, y la secuencia específica de eventos sigue siendo un tema de investigación científica.