El consumo de energía de un delfín depende de varios factores, incluido su tamaño, velocidad y la distancia que recorre. Por ejemplo, un delfín pequeño que nada a baja velocidad utilizará menos energía que un delfín grande que nada a alta velocidad. Sin embargo, en promedio, un delfín utiliza alrededor de 100 vatios de energía por hora para nadar. Esto equivale a la cantidad de energía utilizada por un humano caminando a paso rápido.
Los delfines pueden conservar energía utilizando sus capacidades de ecolocalización para encontrar comida y evitar a los depredadores. También usan sus aletas para impulsarse a través del agua, en lugar de depender de sus músculos. Esto les permite ahorrar energía para cuando más la necesitan, como durante una caza o para evadir a los depredadores.
Además de sus adaptaciones físicas, los delfines también tienen una serie de adaptaciones de comportamiento que les ayudan a conservar energía. Por ejemplo, suelen viajar en grupos, lo que les permite compartir la carga energética de la natación. También pasan mucho tiempo descansando, lo que les permite reponer sus reservas de energía.