1. Estado socioeconómico: Los estudiantes de familias de bajos ingresos a menudo enfrentan múltiples factores estresantes relacionados con la pobreza, como vivienda inestable, inseguridad alimentaria y falta de acceso a atención médica de calidad. Estos factores estresantes pueden dificultar que los estudiantes se concentren en sus tareas escolares y pueden provocar un aumento de la ansiedad y la depresión.
2. Falta de apoyo de los padres: Los estudiantes de entornos desfavorecidos también pueden carecer del apoyo de sus padres que necesitan para tener éxito en la escuela. Los padres que luchan contra la pobreza o el desempleo pueden tener poco tiempo o energía para ayudar a sus hijos con sus tareas o brindarles apoyo emocional.
3. Discriminación: Los estudiantes de entornos desfavorecidos también pueden sufrir discriminación por parte de profesores, compañeros y otros miembros de la comunidad escolar. Esta discriminación puede adoptar muchas formas, desde microagresiones hasta racismo abierto. Para muchos estudiantes, la discriminación puede socavar su sentido de autoestima y provocar sentimientos de ira, aislamiento y ansiedad.
4. Falta de acceso a recursos: Los estudiantes de familias de bajos ingresos a menudo tienen menos acceso a los recursos que necesitan para tener éxito en la escuela, como tutorías, programas extracurriculares y asesoramiento universitario. Esta falta de acceso puede dificultar que estos estudiantes se mantengan al día con sus compañeros y se preparen para la educación superior, lo que aumenta su estrés académico.
El efecto acumulativo de estos factores puede hacer que el estrés académico sea particularmente severo para los estudiantes de entornos desfavorecidos. Este estrés puede afectar su salud, su capacidad de aprender e incluso sus oportunidades educativas y profesionales a largo plazo. Abordar los desafíos únicos que enfrentan los estudiantes de entornos desfavorecidos es esencial para mitigar el estrés académico que experimentan y lograr la equidad educativa.