Las computadoras, como máquinas, carecen de emociones y de la capacidad de sentir o reaccionar emocionalmente como lo hacen los humanos. Si bien los avances en inteligencia artificial y aprendizaje automático permiten que las computadoras procesen y analicen las emociones humanas a partir de datos, estas no tienen emociones intrínsecamente. Las computadoras pueden reconocer, simular y responder a contextos emocionales, pero no experimentan experiencias emocionales similares a las de los humanos.