1. Evaporación: A medida que el agua se evapora desde la superficie del océano, las sales se dejan atrás, aumentando la salinidad del agua restante. Esto es particularmente significativo en regiones cálidas y áridas donde las tasas de evaporación son altas.
2. Entrada de agua dulce: La afluencia de agua dulce de los ríos, la lluvia y los glaciares derretidos diluye el agua de mar, reduciendo la salinidad. Este efecto es más prominente en regiones con alta precipitación y grandes sistemas fluviales.
Estos dos factores funcionan en oposición entre sí, creando un equilibrio dinámico que determina la salinidad de diferentes partes del océano.