La evidencia de la existencia de Pangea incluye la distribución de fósiles, cadenas montañosas antiguas y estructuras geológicas. Se han encontrado fósiles de la misma especie en diferentes continentes, lo que sugiere que estas áreas alguna vez estuvieron conectadas. Además, las formas de muchos continentes parecen encajar como piezas de un rompecabezas, lo que se suma a la teoría de un solo supercontinente.
Hace unos 180 millones de años, Pangea comenzó a fragmentarse debido al movimiento de las placas tectónicas. Este proceso, conocido como deriva continental, dio como resultado la formación de los continentes tal como los conocemos hoy.