Materiales:
- Dos botellas de vidrio transparente con tapa.
- Agua fría del grifo
- Cilindro de gas de dióxido de carbono o una bebida carbonatada (por ejemplo, refresco o agua con gas)
- Manómetro (opcional)
Procedimiento:
1. Llene ambas botellas de vidrio con la misma cantidad de agua fría del grifo.
2. Selle herméticamente una de las botellas con su tapa. Esto servirá como botella de control.
3. Conecte el cilindro de gas de dióxido de carbono o use una bebida carbonatada para introducir gas de dióxido de carbono en la otra botella. Agregue gas hasta que la botella esté presurizada. Si está disponible, controle la presión dentro de la botella utilizando el manómetro.
4. Selle herméticamente la botella que contiene dióxido de carbono con su tapa.
5. Deje ambas botellas a temperatura ambiente durante unos minutos para permitir que el gas se disuelva en el agua.
Observaciones:
Abra ambas botellas y observe lo siguiente:
1. En la botella de control, debe haber poco o nada de dióxido de carbono presente, ya que está en equilibrio con la atmósfera.
2. En la botella que fue presurizada con gas dióxido de carbono, se debe observar la presencia de burbujas o chisporroteos, indicando el gas dióxido de carbono disuelto.
Explicación:
La ley de Henry establece que la solubilidad de un gas en un líquido es directamente proporcional a la presión parcial de ese gas sobre el líquido. En otras palabras, a medida que aumenta la presión del gas dióxido de carbono, también aumenta su solubilidad en agua.
Cuando presurizas la botella con dióxido de carbono, aumentas la presión parcial del dióxido de carbono sobre el agua. Esto impulsa más moléculas de dióxido de carbono al agua, lo que aumenta la solubilidad del dióxido de carbono en el agua.
Al comparar la botella de control (sin presión adicional) con la botella presurizada, se puede observar claramente el efecto de la presión sobre la solubilidad del gas dióxido de carbono en agua.