El olor acre del amoníaco acuoso se debe al hecho de que el gas amoníaco es un fuerte irritante para las membranas mucosas de la nariz, la garganta y los ojos. Cuando se inhala gas amoníaco, puede provocar sensación de ardor, tos y dificultad para respirar. En casos graves, el gas amoniaco también puede provocar edema pulmonar, una afección en la que se acumula líquido en los pulmones.
El olor acre del amoníaco acuoso también es una señal de advertencia de su potencial toxicidad. El amoníaco es una sustancia corrosiva que puede provocar quemaduras graves en la piel y los ojos. También es un gas inflamable y puede formar mezclas explosivas con el aire.
Por estos motivos, es importante tomar precauciones al trabajar con amoníaco acuoso. Utilice siempre guantes, protección para los ojos y un respirador al manipular esta sustancia. Si derrama amoníaco acuoso sobre su piel o sus ojos, enjuague el área afectada con agua durante al menos 15 minutos. Si inhala gas amoníaco, vaya a un área con aire fresco y busque atención médica de inmediato.